Comunión de Cayetana

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Lecturas

Canciones

Entrada

Dios, está aquí
tan cierto como el aire que respiro
tan cierto como la mañana se levanta,
tan cierto que este canto lo puedes oír.

Lo puedes oír,
moviéndose entre las montañas.
Lo puedes oír,
cantando con nosotros aquí.
Lo puedes llevar
cuando por el camino vayas.
Lo puedes guardar,
muy dentro de tu corazón.

Aleluya

Aleluya cantará
quien perdió la esperanza
y la tierra sonreirá
Aleluya

Santo

Santo, santo.
Santo, santo,
santo es el Señor,
llenos están el cielo y tierra de tu amor. (BIS)

Bendito el que viene en el nombre,
el que viene en el nombre del Señor,
del Señor.

Padrenuestro

1. En el mar he oído hoy,
Señor tu voz que me llamó,
Y me pidió que me entregara
A mis hermanos.

Esa voz me transformó
Mi vida entera ella cambió
Y solo pienso ahora señor
En repetirte.

Padre nuestro, en ti creemos,
Padre nuestro, te ofrecemos,
Padre nuestro, en nuestras manos
De hermanos, (bis todo)

2. Cuando vaya a otro lugar
Tendré, Señor, que abandonar
A mi familia, a mis amigos
Por seguirte.

Pero sé que así algún día
Podré enseñar tu verdad
A mi hermano y, junto a él,
Yo repetirte.

Padre nuestro, en ti creemos,
Padre nuestro, te ofrecemos,
Padre nuestro, en nuestras manos
De hermanos, (bis todo)

ES MI CUERPO

1.-El Señor Dios nos amó
como nadie amó jamás.
Él nos guia como estrella
cuando no existe la luz.
Él nos dá todo su amor
mientras la fracción del pan.
Es el pan de la amistad,
el pan de Dios.

Es mi cuerpo tomad y comed,
esta es mi sangre tomad y bebed.
Pues yo soy la vida,
yo soy el amor.
Oh Señor, condúcenos hasta tu amor.

2.-El Señor Dios nos amó
como nadie amó jamás.
Sus paisanos le creian
hijo de un trabajador.
Como todos, El también
ganó el pan con su sudor
y conoce la fatiga y el dolor.

3.-El Señor Dios nos amó
como nadie amó jamás.
El reúne a los hombres
y les da a vivir su amor.
Los cristianos todos ya
miembros de su cuerpo son,
nadie puede separarlos de su amor.

Salida

Salve, Regina, Mater misericordiæ, vita, dulcedo, et spes nostra, salve.

Ad te clamamus exsules filii Hevæ, Ad te suspiramus, gementes et flentes in hac lacrimarum valle.

Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte;
Et Jesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,33;5,12.27-33;12,2):

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Palabra de Dios

Salmo – Sal 66

R/.Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,7-15):

Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,20-28):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor

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