Toma y Lee – 26 de abril

Domingo de la 3ª semana de Pascua

Le Reconocieron al Partir el Pan

En este domingo, Jesús resucitado se aparece en el marco de una comida. Jesús, habla y parte el pan.
En el Evangelio San Lucas ha proyectado en esta
manifestación de Señor resucitado, la actitud de los
discípulos, desconcertados con la muerte de Jesús.
Estos dos discípulos que están desilusionados y no
son capaces de esperar más. Comienza la dispersión
de las ovejas. Es una actitud cobarde, como la que
tuvieron ante la crucifixión: alejarse, huir.
Y Jesús, como un peregrino más, se les ha acercado
en el camino. Y Jesús los deja hablar, los escucha y
los acompaña por el camino. Y esto mismo hace Jesús
con cada uno de nosotros, también nosotros muchas
veces no lo vemos, ni lo reconocemos, pero Él camina
junto a nosotros y con nosotros, y nos escucha y
conversa con nosotros. Sólo cuando realmente lo
escuchemos y lo acojamos en nuestra casa, podremos
verlo.
En estos discípulos desengañados, estamos
incluidos también nosotros. Nosotros, que tan vez,
hemos interpretado las escrituras según nuestras
conveniencias. Y el Señor, sale a nuestro encuentro
para dejarnos hablar y para que volquemos en él todas
las inquietudes. Después necesitamos escucharlo, y él
nos habla por su evangelio. Era necesario que Cristo
padeciera y luego entrara en la Gloria. Su camino,
debe ser también nuestro camino, y sólo compartiendo
su cruz, compartiremos su gloria.
Hoy vamos a pedirle al Señor que sepamos
reconocer a Jesús resucitado a nuestro lado, que en
cada misa estemos atentos a su Palabra, que
podamos reconocerlo al partir el pan, y que como los
discípulos de Emaús, seamos capaces de dar nuestro
testimonio a nuestros hermanos.

“No hay lección más desleal, que hablar bien y vivir mal” (San Agustín)

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2,
14. 22-33
El día de Pentecostés, Pedro, poniéndose en pie
junto a los Once, levantó su voz y con toda
solemnidad declaró:
«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien
y escuchad atentamente mis palabras. A Jesús el
Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros
con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó
por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a
este, entregado conforme el plan que Dios tenía
establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a un
cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo
resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por
cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su
dominio, pues David dice, refiriéndose a él:
«Veía siempre al Señor delante de mí, pues está a
mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón, exultó mi lengua, y
hasta mi carne descansará esperanzada.
Porque no me abandonarás en el lugar de los
muertos, ni dejarás que tu Santo experimente
corrupción. Me has enseñado senderos de vida, me
saciarás de gozo con tu rostro».
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el
patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro
está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como
era profeta y sabía que Dios “le había jurado con
juramento sentar en su trono a un descendiente
suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del
Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el
lugar de los muertos” y que “su carne no
experimentará corrupción». A este Jesús lo resucitó
Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo
recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo
ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y
oyendo».

SALMO

Sal 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11
Señor, me enseñarás el sendero de la vida.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Yo digo
al Señor: «Tú eres mi Dios». El Señor es el lote de
mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de
noche me instruye internamente. Tengo siempre
presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis
entrañas, y mi carne descansa esperanzada. Porque
no me abandonarás en la región de los muertos, ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de
gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu
derecha.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 17 - 21
Queridos hermanos:
Puesto que podéis llamar Padre al que juzga
imparcialmente según las obras, de cada uno,
comportaos con temor durante el tiempo de vuestra
peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados
de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros
padres, pero no con salgo corruptible con oro o
plata, sino con una sangre preciosa, como la de un
cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya
antes de la creación del mundo y manifestado en los
últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él,
creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos
y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra
esperanza estén puestas en Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24,13-35
Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de
los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea
llamada Emaús, distante de Jerusalén nos sesenta
estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y
discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a
caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de
reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais
de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de
ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no
sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo
el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes
y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y
lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera a
liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en
el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que
algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado: pues habiendo ido muy de mañana al
sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo,
vinieron diciendo que incluso habían visto una
aparición de ángeles, que dicen que está vivo.
Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y
lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero
a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron
los profetas! ¿No era necesario que el Mesías
padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los
profetas, les explicó lo que se refería a él en todas
las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló
que iba a seguir caminando; pero ellos lo
apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa
con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los
ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su
vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba
por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a
Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once
con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha
aparecido a Simón»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Avisos

Dado el estado de alarma, todas las
actividades presenciales se encuentran
suspendidas.

La parroquia, y sobre todo Cáritas, sigue funcionando de forma telemática, por email, whatsapp o por teléfono
buenconsejo@archimadrid.es
Parroquia — 916638594 (Teléfono y whatsapp)
Cáritas — 91810583104 (Teléfono y whatsapp)

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