Toma y Lee – 2 de Agosto

Domingo XVII del Tiempo Ordinario

“MULTIPLICAR EL PAN”.

Y es que cada uno de nosotros ya tiene su buen fardo de problemas -en su vida personal, familiar, de trabajo, etc.- como para que tengamos que cargar con fardos ajenos. A veces se nos conmueve el corazón ante las desgracias de alguno de nuestros prójimos, pero, en general, pensamos -si no decimos- que cada uno se resuelva sus problemas.
Ante nuestros problemas, jamás Dios dice: «No es mi problema» Pero aquel hecho por tantos conceptos admirable que sucedió en aquel descampado de Galilea, no es sólo un ejemplo de cómo hemos de intentar ocuparnos y preocuparnos nosotros de los problemas de los demás. Es también un ejemplo revelador de cómo se comporta Dios -el Dios que nos reveló Jesucristo- con nosotros, con cada uno de nosotros, sin excepción.
Ante nuestros problemas, nuestras dificultades, nuestros agobios, también ante nuestro personal pecado, Dios, nuestro Padre, nunca dice: «No es mi problema». Nunca nos envía, nunca nos despide, para que resolvamos solos nuestros problemas. Nuestros problemas El los siente y vive como propios. Nunca nos deja solos con ellos.

“Cuanto mejor es el bueno, tanto más molesto es para el malo.”
(San Agustín)

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 55, 1-3

Esto dice el Señor:
«Oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche.
¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis.
Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David».

SALMO

Salmo responsorial Sal 144, 8-9. 15-16. 17-18
R. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.

Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 35. 37-3
Hermanos:
¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos de sobra a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Oración comunitaria

Danos, Señor, junto al hambre de ti, un hambre también insaciable de amor, de justicia, de libertad, para nosotros y para todos los humanos, especialmente aquellos a quienes el mundo actual estructuralmente se lo niega. Que, así, nuestra hambre de ti dará realmente contigo y no con un ídolo religioso que te suplante, a ti que eres el Dios del amor, de la justicia, de la libertad y de la implacable pasión por los pobres. Nosotros te lo pedimos recordando a Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.

Avisos

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Toma y Lee – 26 de Julio

Domingo XVII del Tiempo Ordinario

San Joaquín y Santa Ana – Fiesta de los abuelos

Jornada de Oración por los afectados de la Pandemia

“SABIOS PARA LO ESENCIAL”.

Alcanzar la verdadera sabiduría ha sido y es un empeño constante del hombre gobernante y del creyente auténtico. Salomón es prototipo perfecto de hombre sabio y de monarca que al comienzo de su reinado pidió a Dios el discernimiento para escuchar y gobernar. La fama de Salomón cundió de tal modo que todos deseaban aproximarse a él para comprobar la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.

La sabiduría es discernimiento en el juicio, distinción clara entre lo bueno y lo malo. La sabiduría que proviene del Espíritu que nos ha dado y que es fruto de las enseñanzas del evangelio, vuelve dócil e inteligente al corazón. Así el creyente alcanza madurez humana y talla espiritual, libertad de decisión e inteligencia crítica para descubrir los valores caducos.
Las dos primeras mini parábolas del evangelio sobre el tesoro escondido y la perla del gran valor hacen referencia a lo que en la opinión popular se considera como más deseable y precioso; para conseguirlo se deben sacrificar todas las otras cosas con prontitud y habilidad financiera. Descubrir un fabuloso tesoro escondido es encontrar el Reino de Dios, que se nos es ofrecido como ocasión única. Para no perderla, si es necesario, se deben empeñar todos los medios y posibilidades que están a nuestra disposición.
La sabiduría que nos propone Jesús es ser capaces de subordinar todo el nuevo tesoro descubierto desde la fe, que supera todo bien efímero y hace superfluo lo restante.

“Dame, Señor, lo que pides, y pídeme lo que quieras.”
(San Agustín)

PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de los Reyes 3, 5. 7-12

En aquellos días, el Señor se apareció de noche en sueños a Salomón y le dijo:
«Pídeme lo que deseas que te dé».
Salomón respondió:
«Señor mi Dios: Tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David, mi padre, pero yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar o terminar. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú te elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal. Pues, cierto, ¿quién podrá hacer justicia a este pueblo tuyo tan inmenso?».
Agradó al Señor esta súplica de Salomón.
Entonces le dijo Dios:
«Por haberme pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti, por no haberme pedido la vida de tus enemigos sino inteligencia para atender a la justicia, yo obraré según tu palabra:: te concedo, pues, un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes de ti ni surgiera otro igual después de ti».

SALMO

Sal 118, 57 y 72. 76-77. 127-128. 129-130
¡Cuánto amo tu ley, Señor!
Mi porción es el Señor; he resuelto guardar tus palabras. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.

Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré, y tu ley será mi delicia. R.

Yo amo tus mandatos más que el oro purísimo; por eso aprecio tus decretos y detesto el camino de la mentira. R.

Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30
Hermanos:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los cuales ha llamado conforme a su designio.
Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-52
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?»
Ellos le contestaron:
«Sí».
Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

Oración por los Abuelos

Señor Jesús, tú naciste de la Virgen María,
hija de los santos Joaquín y Ana.
Mira con amor a los abuelos de todo el mundo.
¡Protégelos!
Son una fuente de enriquecimiento para las familias,
para la Iglesia y para toda la sociedad.
¡Sostenlos!
Que cuando envejezcan
sigan siendo para sus familias
pilares fuertes de la fe evangélica,
custodios de los nobles ideales hogareños,
tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas.
Haz que sean maestros de sabiduría y valentía,
que transmitan a generaciones futuras
los frutos de su madura experiencia humana y espiritual.
Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad
a valorar la presencia y el papel de los abuelos.
Qué jamás sean ignorados o excluidos,
sino que siempre encuentren respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente
y a sentirse acogidos durante todos los años de vida que les concedas.
María, Madre de todos los vivientes,
cuida constantemente a los abuelos,
acompáñalos durante su peregrinación terrena,
y con tus oraciones obtén que todas las familias
se reúnan un día en nuestra patria celestial,
donde esperas a toda la humanidad
para el gran abrazo de la vida sin fin. Amén

Avisos

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Toma y Lee – 21 de junio

Domingo XII del Tiempo Ordinario

“NO TENGAIS MIEDO”.

No es pecar de dramatismo el constatar que crece el miedo social, la sospecha de todo, la inseguridad y la necesidad de defenderse y buscar cada uno su salida en la vida. La vida está cada vez más difícil o, al menos, así lo percibe mucha gente que no ve claro el futuro.
Este miedo no se manifiesta siempre de la misma manera ni tiene los mismos efectos en todos. Hay quienes sienten necesidad de consumir más para sentirse más protegidos, y de lanzarse a una vida de divertimiento que les permita olvidar los problemas de cada día. Hay quienes caen en la pasividad, la resignación y el desencanto, pues se sienten dominados por una sensación de impotencia. Es posible también que un número no pequeño de personas busquen en la religión la seguridad que no encuentren en otra parte. Ahora bien, cuando lo que nos empuja a lo religioso es el deseo de seguridad y no la búsqueda de sentido, la fe corre el riesgo de ser mal entendida e incluso manipulada. El hombre necesita descubrir una esperanza definitiva y una fuerza que dé sentido a su luchar diario. Necesita encontrar un principio perenne de nuevas posibilidades, una razón para vivir, una confianza para morir. El que ha comprendido a Jesucristo, entiende sus palabras: «No tengáis miedo». Pues la fe es quizás antes que nada, fuerza contra todo miedo y osadía para seguir creyendo en el futuro del hombre desde un compromiso humilde y desde una confianza ilimitada en el Padre de todos.

“Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti. (San Agustín) ” (San Agustín)

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13

Dijo Jeremías:
«Oía la acusación de la gente: «Pavor-en-torno, delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mí traspié: «A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengarnos de él”.
Pero el Señor es mi fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado y sondeas las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos, pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa»

SALMO

Sal 68, 8-10. 14 y 17. 33-35
Señor, que me escuche tu gran bondad.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre.
Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí R.

Pero mi oración se dirige a ti, Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12-15
Hermanos:
Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron…
Pues, hasta que llegó aunque la Ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputaba porque no había ley. Pese a todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que tenía que venir,
Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 26-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por uno céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos»

Avisos

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Toma y Lee – 7 de junio

Domingo de la Trinidad
EL AMOR, LA ENTREGA Y LA SANTIDAD

El cristiano, marcado ya desde su bautismo con el sello de la Trinidad, vive con respeto, amor y alegría bajo la mirada del Dios único, compasivo y misericordioso. Y es ante el mundo testigo de la caridad del Padre, de la entrega del Hijo y de la Santidad del Espíritu. Muchos se empeñan en querer establecer una igualdad y una fraternidad sin Padre, al margen del amor de Dios. Y los cristianos, muy frecuentemente, queremos implantar y robustecer la imagen de Dios Padre, sin sentirnos hermanos. Esta es una tragedia de la sociedad actual, que se convierte en un reto para los creyentes en la Trinidad. Toda la predicación de Jesús no tiene otro objetivo que revelar el amor del Padre y manifestar la cercanía de Dios, que ya no es inaccesible para el hombre. La fiesta de la Trinidad no es un «día» de ideas o conceptos, difíciles de explicar, sino que es fiesta de un misterio entrañable de vida y comunión, fiesta de un misterio de fe y de adoración. Dios no es una palabra abstracta, un motor inmóvil ni una estrella solitaria. Dios es la fuente de la vida y del amor.

“¿De qué sirve la señal de la cruz sobre la frente, si esta misma señal no está sobre el corazón?” (San Agustín)

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9
En aquellos días, Moisés madrugó y subió a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él proclamando:
«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».
Moisés, al momento, se inclinó y se postró en tierra.
Y le dijo:
«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

SALMO

Dn 3, 52 – 56
¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito tu nombre, santo y glorioso. R.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13
Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
Saludaos mutuamente con el beso ritual.
Os saludan todos los santos.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Avisos

Dado el estado de alarma, todas las actividades presenciales se encuentran suspendidas.
Se recupera el permiso para asistir a misa, aunque el precepto dominical sigue suspendido y se recomienda a los grupos de riesgo no salir de casa.

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Toma y Lee – 31 de mayo

Domingo de Pentecostés

Hoy celebramos una de las fiestas mayores del calendario litúrgico, el Domingo de Pentecostés, en el que la Iglesia reza pidiendo: Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor
El día de la llegada del Espíritu Santo sobre los apóstoles, ellos vivían en su corazón circunstancias muy especiales. Ellos habían sido elegidos uno a uno por el Señor para ser sus apóstoles. Habían vivido tres años con El. Jesús les había enseñado a orar al Padre. Después…Jesús les había anunciado su muerte en la Cruz y su Resurrección al tercer día. Y luego de la Resurrección, encontramos a Tomás pidiendo meter los dedos en las heridas del Señor para creer. Y a los discípulos de Emaús, recorriendo un largo camino con el Señor, sin reconocerlo hasta que sentado a la mesa con ellos, partió el pan y se los dió. Luego, fueron 40 días de Jesús resucitado con su cuerpo glorioso, apareciéndose a los apóstoles una y otra vez, comiendo con ellos y haciendo nuevos milagros. Y fue el anuncio del Señor de su próxima Ascensión al Padre, y el envío del Espíritu Santo. Con la llegada del Espíritu Santo, los apóstoles experimentaron en sí la fuerza de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad: sus inteligencias y sus corazones se abrieron a una luz nueva. Habían seguido a Jesús y en sus limitaciones, habían acogido con fe sus enseñanzas, pero no acertaban siempre a penetrar del todo en su sentido: era necesario que llegara el Espíritu de Verdad, que les hiciera comprender todas las cosas. En día de Pentecostés todo eso ha pasado: el Espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, audaces. La fe y la palabra de los apóstoles resuena firme por las calles y plazas de Jerusalén.

“Si obras bien, aumentarás tu tesoro” (San Agustín)

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2,1-11
Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de un viento que soplaba fuertemente, u llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:
«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».

SALMO

Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.
Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Avisos

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Toma y Lee – 3 de Mayo

Domingo de la 4ª semana de Pascua

Yo soy la Puerta

En las lecturas del cuarto Domingo del Tiempo Pascual, se nos presenta insistentemente la figura del Buen Pastor.
Gracias a la comparación de Jesús, podemos imaginarnos uno de esos corrales en que se juntan los rebaños de varios pastores pasar la noche. Al amanecer, cada pastor llama a sus ovejas y parte al frente de ellas. Jesús utiliza esta imagen, que era tan conocida para sus oyentes, para mostrarles una enseñanza divina: ante voces extrañas es necesario reconocer la voz de Cristo, que nos llega en forma actual a través del Magisterio de su Iglesia, y seguirle para encontrar el alimento abundante en nuestras almas. Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina en los Evangelios, nos ha dejado sus Sacramentos, y ha dispuesto que haya personas para orientar para conducir, para recordarnos constantemente el camino que nos conduce a Él. Disponemos de un tesoro infinito de ciencia: La Palabra de Dios, custodiada en la Iglesia; la gracia de Cristo, que se administra en los sacramentos; el testimonio y el ejemplo de todos los que viven rectamente junto a nosotros. En este tiempo Pascual, que es tiempo de alegría para los cristianos por la Resurrección del Señor, pidamos a María que nos ayude a reconocer siempre su voz, que es la voz de nuestro Buen Pastor, y que sigamos siempre por el camino en que Él nos guía. En este domingo la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Es tarea permanente, pero más que nunca de este día, orar por las vocaciones consagradas: las que hay y las que tendría que haber. Para que sean puertas que abren el acceso a Dios y buenos pastores, como Jesús, para su pueblo.

““¿Quieres tener a Dios de tu parte? Es muy sencillo: ponte tú de parte de Dios” (San Agustín)

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Toma y Lee – 26 de abril

Domingo de la 3ª semana de Pascua

Le Reconocieron al Partir el Pan

En este domingo, Jesús resucitado se aparece en el marco de una comida. Jesús, habla y parte el pan.
En el Evangelio San Lucas ha proyectado en esta
manifestación de Señor resucitado, la actitud de los
discípulos, desconcertados con la muerte de Jesús.
Estos dos discípulos que están desilusionados y no
son capaces de esperar más. Comienza la dispersión
de las ovejas. Es una actitud cobarde, como la que
tuvieron ante la crucifixión: alejarse, huir.
Y Jesús, como un peregrino más, se les ha acercado
en el camino. Y Jesús los deja hablar, los escucha y
los acompaña por el camino. Y esto mismo hace Jesús
con cada uno de nosotros, también nosotros muchas
veces no lo vemos, ni lo reconocemos, pero Él camina
junto a nosotros y con nosotros, y nos escucha y
conversa con nosotros. Sólo cuando realmente lo
escuchemos y lo acojamos en nuestra casa, podremos
verlo.
En estos discípulos desengañados, estamos
incluidos también nosotros. Nosotros, que tan vez,
hemos interpretado las escrituras según nuestras
conveniencias. Y el Señor, sale a nuestro encuentro
para dejarnos hablar y para que volquemos en él todas
las inquietudes. Después necesitamos escucharlo, y él
nos habla por su evangelio. Era necesario que Cristo
padeciera y luego entrara en la Gloria. Su camino,
debe ser también nuestro camino, y sólo compartiendo
su cruz, compartiremos su gloria.
Hoy vamos a pedirle al Señor que sepamos
reconocer a Jesús resucitado a nuestro lado, que en
cada misa estemos atentos a su Palabra, que
podamos reconocerlo al partir el pan, y que como los
discípulos de Emaús, seamos capaces de dar nuestro
testimonio a nuestros hermanos.

“No hay lección más desleal, que hablar bien y vivir mal” (San Agustín)

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Toma y Lee – 19 de Abril

Domingo de la 2ª semana de Pascua

Señor mío y Dios mío

En este domingo que clausura la octava de Pascua,
volvemos los ojos al apóstol Tomás, el escéptico, el
incrédulo, el terco, el modelo de los realistas, de todos
los pesimistas, de los que desconfían cuando las
cosas salen bien.
Lo que más conmueve, lo que hacen tan fraternal al
apóstol Santo Tomás en su violenta resistencia.
Porque ha sufrido más que nadie en la pasión del
Maestro, no quiere arriesgarse a esperar. Le pasó lo
que le ocurre al hombre moderno: el que no tiene
ilusión en la vida, es un iluso lleno de ilusiones. En
este tiempo en que vivimos en que se cree tan poco,
en el que abundan tantos ateos y agnósticos, es
cuando más se sufre por la falta de fe. Quizá sufrir por
no creer es una forma discreta, humilde, trágica,
desgarradora, leal, de empezar a creer.
El apóstol Tomás puso unas condiciones muy
exigentes para creer en la resurrección: «si no meto el
dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en
su costado, no lo creo». Jesús acepta estas exigencias
con tierna docilidad: ‘Tomás, mete tu dedo… mete tu
mano… no seas incrédulo, sino creyente». Y Tomás se
sintió completamente conmovido, porque nunca se
había imaginado que Cristo atendiese un deseo tan
difícil y absurdo. El peor castigo que se puede dar a
quien no quiere creer es concederlo aquello que se
pone como condición indispensable para llegar a la fe.
El «credo» de Santo Tomás es tan breve como
sincero y espontáneo: «Señor mío y Dios mío». Oración
tan viva sólo puede pronunciarse de rodillas, con
emoción. Los creyentes de todos los siglos siempre le
han agradecido este hermoso y deslumbrante acto de
fe.

“¡Ay de mí, que ni siquiera sé lo que me falta por
saber!”
(San Agustín)


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